Un buen dominio de la observación de las proporciones y de la perspectiva produce contornos, espacios, relaciones, y luces y sombras coherentes con la lógica visual. Una percepción clara de las relaciones nos permitirá trasladar el mundo que nos rodea a una superficie plana, aprender a dibujar en perspectiva y en proporción dotará a nuestros dibujos de poder mediante la ilusión del espacio.
Lo que se busca, en principio, es aprender a comprender y usar la perspectiva y la proporción, sin tener que aprender una terminología de puntos de fuga, líneas de horizonte, etc. Por lo tanto, lo que se aprenderá es la mecánica de la observación, que es de lo que se sirven la mayoría de las personas que dibujan.Cuando se hayan terminado los ejercicios se deberán haber comprendido y aprendido las “normas” componentes de la lógica del dibujo en perspectiva. A su vez, con la práctica, conseguir que observar se convierta en algo automático, la acción anterior junto a la comparación de proporciones sea un acto realizado sin siquiera darse cuenta. Y, lo mejor de todo, tener el poder de representar espacios tridimensionales en las composiciones.
Pero ¿por qué cuesta tanto dominar esta habilidad? Pues, en primer lugar, porque se trata de una habilidad doble: observar los ángulos en relación con la vertical y la horizontal, y las proporciones en relación consigo mismas. Además, requiere enfrentarse con proporciones y relaciones, una actividad mucho más propia de la modalidad I. Por último, también deberán sortearse numerosas paradojas, como, por ejemplo, la de que en el plano del dibujo los contornos del techo no sean en absoluto horizontales y los ángulos de las esquinas en absoluto rectos, sino oblicuos, a pesar de saber que un techo es plano y una esquina forma un ángulo recto, lo que obligará a encontrar el modo de superar en táctica a la modalidad I, que no se tardará en decir: «¡Pero qué aburrido es esto!», o «¡Esto es demasiado complicado! Jamás lo podré hacer!», o «¡Esto es una tontería!».
Pero, aprender a observar las relaciones, si bien quizá sea un poco complicado, que libera realmente el espacio. Observar no es ninguna tontería, sino algo intelectualmente muy satisfactorio.
Una vez que haya logrado sobreponerse a las quejas de la modalidad I, se disfrutará muchísimo aprendiendo esta habilidad, del mismo modo que darse cuenta de la relación que existe entre aprender a ver y dibujar lo que se tiene delante de los ojos, y aprender a ser una persona con una visión más clara de la realidad, capaz de manejar la información contradictoria y las paradojas del mundo que nos rodea. No sólo es útil sino necesario.
Perspectiva y proporción
Aprender a dibujar en perspectiva requiere la misma habilidad que se ha aprendido hasta ahora: ver las cosas tal como son en el mundo exterior.
Para ello, se insiste, deben dejarse a un lado los prejuicios, los estereotipos almacenados y memorizados, los hábitos de pensamiento traídos y superar las falsas interpretaciones que suelen basarse en “lo que se cree” que debe haber en el mundo exterior, aunque, tal vez, nunca se haya realmente mirado lo que se tiene delante de los ojos.
¿Se ve la conexión de esto con la resolución de problemas, no? Uno de los primeros pasos para hacerlo es analizar los aspectos relevantes y poner las cosas “en perspectiva” y “en proporción”. Para ello se necesitará tener la capacidad de ver las diversas partes del mismo y qué relaciones existen entre ellas en realidad.
Definir la perspectiva
La palabra «perspectiva» se deriva del latín prospectas, que significa «mirar hacia delante». El sistema más conocido para nosotros, la «perspectiva lineal», fue perfeccionado por los pintores europeos del Renacimiento, permitiéndoles reproducir los cambios visuales de líneas y formas según se muestran en el espacio tridimensional.
Varias culturas han desarrollado diversos sistemas o convenciones de perspectiva. Los artistas egipcios y orientales, por ejemplo, crearon una especie de perspectiva escalonada o gradual, basada en situar los objetos dentro del plano del margen inferior al superior para indicar su posición en el espacio. En este sistema las formas que aparecen en la parte superior de la página, sea cual sea su tamaño, se consideran las más alejadas. En épocas recientes, los pintores se rebelaron contra las rígidas convenciones de la perspectiva e inventaron nuevos sistemas, empleando características espaciales abstractas con colores, texturas, líneas y formas.
Pero pese a todo, no cabe la menor duda de que la perspectiva tradicional del Renacimiento es la que permite reproducir con más fidelidad la manera en que nuestra cultura occidental percibe los objetos en el espacio: las líneas paralelas convergen en los puntos de fuga del horizonte (la línea que se halla al nivel de los ojos del espectador), y las formas se ven más pequeñas cuanto mayor es la distancia que las separa del espectador. Por este motivo, el dibujo realista depende mucho de estos principios.
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